“ENCUENTRO NUEVAS TENDENCIAS EN EL MIMO”
DICIEMBRE - CENTRO CULTURAL RECOLETA

Sabado10
Microcine
17 hs
. “Paseo inmoral. Botella de mar” por Magali Cabrera-Isaac Maureira. (Proyección de video con intervención corporal dramática). Dirigida por Dora García


Aleph
18 hs.
“Ropa tendida por Nadina Batllosera .Dirigida por Nuria Schneller
18:30“Mujer busca sentido” por Nuria Schneller


19 hs.Ella creo que es” por Alba Iruzubieta. Dirigida por Eduardo Bertoglio


20hs.”Fuga y Asedio” por Gerardo Baamonde
20:30 hs. “Descubrir el Alma” .Dirigido por Bessie Vismara


Domingo 11
Microcine
17 hs. “Paseo inmoral. Botella de mar” por Magali Cabrera-Isaac Maureira. (Proyección de video con intervención corporal dramática).Dirigida por Dora García.


Aleph
18 hs. “Lit-dure”. Por la Cia. La Barca (trabajo en proceso).


19 hs. “La maquina del deseo”. work in progress por el grupo Calamar.


20 hs. IslaTerra” por Ricardo Gaete


Lunes 12
Microcine


18 hs. “La pileta” video sobre el espectáculo dirigido por Alberto Sava.




Aleph
19hs.
Escuela Argentina de Mimo y expresión corporal.
Dirigida por Ángel Elizondo


20hs. Frente de Artistas del Borda. Dirigidos por Martín Abregú.


Martes 13
Aleph
18hs. Ensayo abierto del espectaculo,sobre la Leyenda”La Salamanca”.Dirigida por Ángel Elizondo.


20 hs.” La Fisura” por la Cia. latinoamericana de Mimo y Teatro Corporal que dirige Alberto Ivern .

Espacio Permanente de Mimo



Se pueden eliminar, la escenografía, los efectos de luz, el refuerzo musical, el maquillaje, el vestuario, se puede eliminar el texto y la voz; mientras quede la presencia física y expresiva del actor en relación al público el teatro existe, la expresión y la comunicación pueden establecerse entre el actor y espectadores. E.Decroux.

Recordando viejos tiempos

Palabra obscena
por Victor Hernando

Todo intento de elaborar teoría acerca de una actividad esencialmente práctica implica el peligro de caer en un análisis tan extremo, en una segmentación tan forzada que luego resulta muy difícil poder unir sus pedazos nuevamente. De todos modos, creo que vale la pena hacerlo, sobre todo en lo que respecta a un arte en el que subsisten formas cerradas y petrificadas junto a impulsos efervescentes, desordenados pero vivos, de las nuevas tendencias.

Aunque debemos tener en cuenta, como bien dice Perla Sayas de Lima, que tratar de hacer un general (una historia) de algo que es un particular (el Arte del Mimo) es, sino imposible, bastante difícil. Mucho más en nuestro caso, en el que los mismos mimos no nos ponemos de acuerdo a la hora de definir en qué consiste nuestro arte.

Asistimos a una disolución de los límites precisos en los que pueden encuadrarse las distintas artes, especialmente las teatrales (convengamos que el Mimo es sin duda un arte teatral), a pesar de ello los mimos parecemos muy preocupados por la búsqueda de una pureza incontaminada.



En relación a este tema recuerdo un artículo que escribí para la edición XX aniversario de la revista Movimimo, en 1999. Allí comentaba algo que sigo pensando, que estoy cada vez más convencido de que el obsesivo interés por establecer diferencias tajantes entre teatro, danza, Mimo y pantomima es innecesario.

Sucede que a muchos mimos les resulta incómodo cultivar un arte que cuesta definir con precisión o que pueda confundirse con otros géneros. Por esta razón se han ensayado diversas definiciones tipo diccionario que, en general, no hacen más que agregar confusión a la confusión.


Hoy, en todo el mundo se habla de teatro físico, teatro de acción, teatro corporal, intentando poner al margen, diluir quizás, lo que conocemos con el nombre de Mimo. Las razones de esta actitud son diferentes, pero en todas se percibe una crítica a la fuerte marca de la estética de Marcel Marceau por parte de un gran número de grupos y solistas que cultivan el género.

Por otro lado, desde el campo pantomímico se habla también de ambigüedades tales como Mimo o pantomima clásica, contemporánea, experimental, y hasta de Mimo postmoderno.

Estos son los peligros a los que nos sometemos cuando intentamos describir con palabras hechos y categorías artísticas que son dinámicos por naturaleza.


Querer definir o rotular no es otra cosa que encapsular, petrificar a la creación artística que no pide ni necesita límites.

Podemos comprender que aquellos que realizan este esfuerzo pseudo-teórico lo hacen con la intención de que el nuevo Mimo, en su permanente búsqueda de alternativas estéticas y de lenguaje, no corra el “riesgo” de convertirse en un híbrido al que no pueda dársele un nombre preciso, y debo decir, para no ocultar mis intenciones, que ese riesgo no me preocupa.



Dicen por ahí, esa manía por las definiciones, que el Mimo es el arte del silencio, y me viene a la memoria El grito, un cuadro de Munch – la pintura, otro arte silencioso- que seguramente conocen. Uno puede escuchar ese grito, uno puede sufrir ese grito, la angustia y el horror que se agita dentro de ese personaje; pero lo que más me conmueve es que se trata de un grito mudo, que está allí de manera más inquietante que si pudiéramos oírlo.

Esta mención es útil para confirmar que podemos encontrar textos visuales tanto en una obra plástica como en el Mimo, que es imagen visual en movimiento, cosa que también sucede en el cine, el teatro y la danza.



Pero en el Mimo es la acción la que está semantizada, se trata de un lenguaje no verbal en el que la acción es el verbo, el lenguaje. La no palabra no es una falta sino la forma en que se deja el lugar a un lenguaje particular que expresa una realidad fuera del habla, no fuera del lenguaje. Porque el del mimo no es un cuerpo imbécil, reducido al silencio. El del mimo es un cuerpo significante que deja la oralidad a un costado. Poniendo la palabra fuera de la escena ( mimus ob scenae) el mimo puede decirlo todo.*



Desde un lugar que frecuentemente no es ni cómodo ni placentero, sitio donde todo es posible y por eso mismo lugar de tensiones que congelan, inmovilizan o, en el mejor de los casos, entorpecen, el desafío del Mimo es poder caminar desde la falta hacia las posibilidades infinitas. Decir sin decir no es anclarse en un silencio impotente sino lanzarse a la tensión del lenguaje.




Porque el mimo no puede dejar de decir, el habla se hace acción, la voz se hace gesto y nos transporta a un mundo imaginario, en el que pueden convivir lo abstracto y lo concreto, lo objetivo y lo subjetivo, y también el mimo puro de Decroux junto a otras manifestaciones abiertas a contaminaciones y cruces que, aunque prefieran autoincluirse en el campo más abarcativo del teatro físico o corporal, a mi criterio no dejan de pertenecer al campo pantomímico.

*Aunque muchos mimos, como es el caso de Marcel Marceau y sus imitadores, parece que ya no tienen nada que decir, al menos nada nuevo, porque vienen haciendo lo mismo por décadas.